lunes, 9 de febrero de 2009

DE LA OPERACIÓN DE LA PIEDRA

DE LA OPERACIÓN DE LA PIEDRA
Ya hemos dicho de la primera operación del elixir, réstanos decir de la obra de nuestra Piedra; ya hemos visto que de estas dos cosas se hace uno, y de este uno elixir, y no de otro, nace la verdadera y cierta Alquimia; ahora veamos que es elixir, y de donde se ha tomado este nombre, qué sea Alquimia, y qué este Lapis. El elixir es cierto compuesto, que contiene en sí la virtud mineral, rubro o citrino de muchas especies limpidísimas y claras, juntas a la especie del agua que contiene en sí la virtud mineral, condimento, antídoto, y medicina de todos los cuerpos que se han de purgar y transformar en solíficos y lunísicos verdaderos; dícese elixir del verbo elicio, icis, que es juntar, ligar una cosa de muchas, ya convertida en otra. La Alquimia es arte que administra y muestra la esencia de los siete metales, y como éstos de sus formas imperfectas se han de reducir a la perfección. Dícese Alquimia de Alambico y Kymia, que son dos vasos, en los cuales este arte hace su complemento final en los tres órdenes o géneros de medicinas. La Piedra es cierta fuerte virtud mineral junta y unida por el artificio alquímico de muchas especies en unas y tiene en sí la virtud de congelar al mercurio en naturaleza metálica verdadera, y de convertir todos los metales enfermos a su sanidad; y finalmente, es la suma medicina de todos los cuerpos humanos que conserva en ellos el húmido radical, porque esta es el agua de la vida.
Hecho nuestro verdadero compuesto, o completo el elixir, se sigue la operación de la piedra, según Hermes, que fue el padre y maestro de los alquimistas; la primera disposición es nigrar; la segunda blanquear; y la tercera, cinerar; y la cuarta y última, tubificar, y con el acto sólo de cocer se finaliza todo el magisterio; y como todas las cosas, en la primera operación, suben al cielo, por esta segunda todas descienden a la tierra, y se fijan en la unión de la quinta esencia; hácese la disposición de lo negro como se sigue: toma el elixir como está en su vaso, y pon sobre él un alambico de vidrio, y ciérralo bien, del mismo modo que hiciste en la extracción de la primera agua; y así dispuesto, toma el dicho vaso y entiérralo en el estiércol de caballo, y harás el alma; esto es, que salga aquella agua que está dentro del elixir, y esta agua la pondrás en un vaso fuerte de vidrio, separando el flema superfluo, hasta que en el plano de un cuchillo o de otro hierro se bulla caliente, como dijimos, y así has de continuar hasta que salga toda, y parezca la materia en el hondón del vaso clara, rubra y sin agua; después cuece y continúa hasta que esté del todo seca y negra, y entonces, aquello que en la primera operación se llamaba sperma, Padre, y Madre, en esta operación se dice tierra o nutrix de esta separación del agua, o del alma de su tierra o cuerpo, dice el filósofo: Fili a radio solis extrahe umbram suam, porque se llama esta tierra entre los quimistas filósofos; Umbra solis corpus mortuum corona vincens nubes, cortices matris magnesia nigra, et draco qui comedit caudam suam, y con otros infinitos nombres; y el agua que salió de esta tierra se llama: Cauda draconis, anima, ventus, aër vita domum illuminans, lux meridiana, argentum vivum nostrum, lac virginis, totum secretum; llámase también, sal nuestra amoníaco, y medio de juntar 1as tincturas.
A esta tierra ya seca sacarás del vaso o calabaza con sutileza, y sabrás su peso, y la colocarás en otro vaso ancho, fuerte y espeso, según la cuantidad de piedra o medicina que intentares hacer; el vientre del vaso ha de ser redondo, y el cuello largo como de un pie, y puesta nuestra tierra o dragón en dicho vaso, se ha de colocar el vaso bien cerrado en aludel o sobre la ceniza, y darás fuego de lejos al horno, cuidando de que la llama no llegue al vaso, y se continuará dicho fuego; hasta que la tierra toda se disuelva en sí misma, y se haga agua espesa y rubra, entiérrase también este vaso en el estiércol de caballo caliente hasta que se disuelva dicha tierra; desátase de este modo en cuarenta y nueve días; otros ponen este vaso al aire, y así dejan que esta tierra se vuelva en agua rubra espesa; de la solución de esta tierra de sí misma dice Martyrizato: Ars non completur nisi terra fuerit soluta; pero otro filósofo, tímido en la operación, dice: Citius autem perficitur hoc opus in humido tardius vero in sico. Nota, pues, que es de dos maneras la solución de esta tierra, una por sí sola, como hemos dicho, y otra por la cauda o agua impregnada que salió de ella; y muchos filósofos no hicieron aprecio de la solución de sí misma, diciendo no ser posible sino con el agua, y uno de los dos espermas de quienes fue criado. A esta solución la llamamos solución de cuerpo muerto, y a la solución que se hace por el agua se dice resurrección, vivificación y alma del cuerpo muerto, aquella solución que se hace con la llama del fuego y el calor del estiércol no son propiamente soluciones, sino liquidaciones o fusiones, como las de la cera o el metal, con que hemos menester entender que la fusión aquí se ha de tomar por solución; y al contrario, la solución por fusión.
Líquida y fluida nuestra tierra primeramente por sí, y por sí también disuelta al aire (guardándola del polvo), se toma el vaso con la tierra y se pone sobre las cenizas en el aludel sobre el horno, y en éste se hará un fuego lento, y se continuará hasta que se congele en una masa negra, cuya fractura ha de quedar luciente como la del vidrio, la cual, amasada y congelada, la volverás a que se disuelva por sí, y cuatro veces reiterarás esta solución, y congelación; y cumplida, quedará una tierra fija, lúcida, negra en la fractura, y echada en el cuerpo, lo altera en su color; y cuantas veces se disolviese esta tierra y congelase, queda más sutil y penetrable; y denigrada esta agua por la decocción, se llama cinis clavellatus aes combustum, sal conebustum, terra mortua, ovum proprium philosophorum. También es de notar que esta tierra muerta, cuando se separa de ella el agua antes que se deseque y denigre, se llama ignis, sal armoníacum, sal vitellorum ovnorum, sol honoratum, athincar nostrum, nubes coagulata, lingua maris, arsenicus sublimatus, stella diana, ventus cerporatus, aduena, secretum naturaes, y otros infinitos, que me parece preciso ponerlos aquí, para que no se confunda el que leyere los libros químicos.
Completa, pues, la disposición de lo negro, vamos a dar la disposición de lo blanco de la tierra de este Lapis philosophorum; es, pues, de notar que en este negro de la tierra está escondida la blancura, y aunque a la vista es negro, en el entendimiento es blanco, y esta virtud que está oculta en ella se debe descubrir, y lo que está dentro manifestarlo afuera; hácese esta disposición en el mismo vaso, sin separar ni remover de él la dicha tierra de este modo: sabrás el peso de esta tierra, y después disuélvela por sí, como lo hiciste en la denigración, la cual soluta, tomarás la mitad del peso del espíritu, no fijo; esto es, del agua que salió de ella, que se destila por el alambico, y ponlo sobre la misma tierra soluta bien cubierta en las cenizas o con fuego lento, o en el estiércol de caballo, y lo continúa hasta que el agua y la tierra se hagan una cosa negra, clara y de otro color; hecho esto, se ha de congelar todo y reducirlo a masa en el mismo lugar y en el mismo fuego, cuidando que no salga espíritu alguno; la señal de estar cocida esta nuestra goma será si, dejando enfriar el vaso, el dragón estuviere duro, a modo de la pez dura, y entonces estará bastante espeso y cocido y expurgado de su flema; el agua, que en esta decocción salió de esta goma o dragón, se puede guardar y recibir; congelado, pues, este dragón o goma, se pondrá en parte donde se disuelva por sí en agua espesa, y ésta soluta, pondrás sobre las cenizas, como hiciste en la denigración, y queda completa la decocción, y hecha un cuerpo opaco, pero claro en su fractura.
Hecha esta decocción, vamos viendo lo demás. Sabrás el peso de todo este congelado, como supiste en lo primero, y pondrás la cuarta parte de este congelado sobre la misma tierra congelada, o el mismo congelado de dicha agua, espíritu no fijo, cauda draconis, o el esperma blanco (que todo es uno) en el mismo vaso, y sin la extracción del dragón del mismo vaso, y cuécelo, y ciérralo hasta que se congele y espese en una cosa negra como la pez; disuélvase todo esto por sí, y soluto por sí, luego al punto pondrás sobre las cenizas en fuego lento, y se hace una masa de otro color más claro, y así, con el mismo modo, el mismo régimen y peso, esto es la cuarta parte de todo el congelado de nuestro argento vivo, o agua blanca, se pondrá todo el congelado en semejante conjunción y congelación, y tanto por su causa, como por sí mismo, se disolverá este dragón y se congelará; se reiterará esta dealbicación por los pesos de esta agua blanca o cola; y por esto las rigaciones, adecuaciones, inspiraciones, animaciones y soluciones, tanto por el agua, como por sí, en el mismo vaso, y sin la extracción del dragón hasta que esté, o toda esta masa muerta, como el hombre en el túmulo, poco a poco se anime, vivifique y resucite a la vida que estaba perdida en la denigración, y se hace una piedra cristalina blanca, que participa de cierto verdor, y persevera en el fuego, es fluente tingente, congela al mercurio y transmuta perfectamente a cualquier cuerpo de metal imperfecto en perfecto lunísico o plata; y si la obra la haces así, con seguridad llegarás al intento; llámase esta piedra blanca en los libros de los alquimistas: Calix cineris clavellati, cinis albus, calx corticum ovorum, terra alba, magnesia alba, pulvis de albata luna calcinata, y con otros infinitos nombres.
En este párrafo siguiente me parece preciso explicar muchos de los términos, que al que no hubiere cursado esta Filosofía lo confundirán, son éstos: blanquear y rubificar es lo mismo que calcinar y solver; congelar es lo mismo que componer y agregar; asar es lo mismo que desecar o secar; destilar, sublimar y solver es lo mismo que hacer descender o bajar del cielo a la tierra; solver en agua es lo mismo que descender, sublimar, hacer lo fijo volátil; y congelar es también lo mismo que ascender y hacer lo volátil fijo; solver por sí es hacer lo fijo soluto; congelar lo soluto es lo mismo que calcinar lo soluto por sí; y este calcinar es dealbar y rubificar perfectamente. De este modo hemos de entender los diversos vocablos dichos y palabras de los filósofos que han profesado esta famosa ciencia, que todo el horror y la falsa noticia, con la inteligencia de sus metáforas, ha sido el fundamento de tener por falsas sus operaciones.
Antes de explicar la rubificación es preciso que tratemos de la cineración; hácese de este modo: toma una onza de la piedra blanca dicha y ponla en el mismo vaso de donde hiciste su extracción, y harás que se disuelva por sí, como hiciste en la dealbación; soluta, pues, esta onza, toma de sulfur rubeo, o argento vivo, y el sperma masculino, que guardaste aparte, y sea la cuantidad de la agua rubra tanta como hiciste dos veces, y déjala que visiblemente se mezcle hasta que se hagan una cosa misma y una agua clara, citrina, roja y que tira a rubra, y cierra el vaso con el alambico, como lo hiciste en la denigración; esta agua se llama fermento del Sol, como la blanca fermento de la Luna; y así como en el primer compuesto negro estaba lo blanco oculto, y se hizo exterior lo blanco, escondiendo al interior lo negro, así cuando se hizo blanco el exterior de esta piedra quedó rubro el interior, y así conviene que aquella blancura que exterior y manifiesta se haga interior y oculta, que en este arte se ha de procurar hacer lo oculto manifiesto; y al contrario, y así lo haremos en lo rubro con la operación del párrafo siguiente.
Toma, pues, el vaso enlodado con dicha agua y ponlo en lugar de donde pueda poco a poco salir el agua, como lo hiciste en la denigración, y saca de ella la superfluidad de la flema, y recíbela, y antes que se espese has de saber que aquello que aparece en el hondón del vaso es lúcido, claro, rubro, fusible como la cera, y esto se llamó por los filósofos rubí, jacinto, coral, jaspe, etc., que lo dicen por su color; a todo esto lo secarás y asarás cuanto puedas, hasta que quede como sangre requemada, y esta asación, o desecación, se llama cineratio, y así queda completa la disposición del cinerar, que es preciso que sea entre el albo y el rubro, que son el fermento del Sol; es de notar que la piedra blanca, sin removerla de su vaso, se puede cinerar del modo dicho y convertiría en fermento del Sol, pero se le ha de echar más porción del sulfur rubro, y se requiere mayor vaso, y apenas se hallará vaso de vidrio que pueda aguantar sin quebrarse la perfección de esta obra: muchos cuecen y asan este fermento hasta hacerlo polvo y ceniza, llevados sólo de la voz cinerar, y por eso es tenido este arte de muchos por vil, falso y mentiroso, y es sólo porque no entienden, ni se hacen capaces de su doctrina, y varias metáforas; y siendo cierto que es del todo constante que no tiene enemigos, sino necios ignorantes.
Ya llegamos a la última obra de esta piedra, que, el rubificar; de esta operación dicen los filósofos que desde la de albación hasta la rubificación no se puede seguir error alguno, porque del mismo modo se rubifica que se blanquea en el mismo vaso, con los mismos pesos, con el mismo régimen, sólo añadiendo el sulfur rubro, o el agua espiritual, rubra, y se reiterará muchas veces cociendo, solvendo y congelando, hasta que todo esto agregado o compuesto, se rubifique, y se haga un licor rubro, claro, fluido, que persevera en el fuego tingente transmutante, que penetra y convierte al mercurio y a todo cuerpo sólido en suave y solífico verdadero, y que purifica y limpia al cuerpo humano de toda enfermedad y conserva siempre en el estado sano; finge, todas las piedras preciosas rubras, así como la piedra blanca hace las margaritas y otras piedras preciosas blancas; y ésta, en fin, es la bendita piedra, de quien dicen todos los alquimistas y químicos que es: Pater omnis helesmi, idest totius secreti, vel tesaurus totius mundi, quem cui Deus vult substrahit, et largitur, ad cuius, perfeccionis inventionem plures sunt vocati, sed pauci ad huius efectum perfectionem inveniuntur electi.
Pues de esta piedra ya completa nos quedan todavía muchas cosas por saber y conocer, son éstas: así como del argento vivo, crudo y albo se impregna la cauda del dragón, o el aqua lapidis ad dealbundum lapidem magnum, según la opinión de muchos, así también dicen otros que del argento vivo rubro se impregna el cauda draconis, o el agua de rubicar esta gran piedra blanca, y a esta agua llamamos sulfar rubro, así como a la dicha agua blanca también llamamos sulfur blanco, y de éstos se hace la impregnación del argento vivo; pero en mi opinión, mejor es que el color se haga de los metales, porque San Alberto Magno dice, en lo De mineralibus que después de haber examinado siete veces el oro de algunos alquimistas, no se halló otra cosa que una tierra o hez muerta; y así dice él mismo que son falsos alquimistas aquellos qui per alba dealbant, et per citrina citrinant, y mejor obran los que hacen esto del argento vivo, y el sulfur, no del común, como se ha dicho, si de nuestra rubra; y de ésta es de quien exclaman los filósofos, diciendo: O, natura celestis qualiter vertit corpora illa in spiritum! O, quam admirabilis natura qualiter omnibus eminet, et omnia superat! et est accettum uberrimum quod facit aurum esse verum spiritum; y esta agua, en fin, es la piedra de las Indias, los indios, babilonios y egipcios, etc. Y habiendo ya dicho cuanto se ofrece en la operación de esta piedra, síguese la última manufactura, es la Proyeción.
PROYECCIÓN
Hácese la proyección de esta Suma medicina sobre los cuerpos, de este modo: según lo sutil que sea la piedra, tanto más se ha de observar en esta proyección, de modo que siempre ha de ser mayor y más cantidad la del cuerpo que la medicina, y esto se ha de observar como regla general en toda proyección, tanto para lo blanco como a lo rubro, según el mayor o menos peso de esta medicina, verbigracia: toma una onza de medicina y cincuenta onzas de plomo o estaño, y fúndelo en el fuego, y hecha esta onza de medicina sobre el plomo o estaño derretido, y todo se convertirá en medicina; y si éste no tuviese toda la precisa virtud para hacer dicha conversión, entonces tomarás menos porción de cuerpo y más de medicina. De todo esto, así convertido, toma una onza, y del mismo modo la echarás sobre treinta onzas de plomo o estado derretido y todo se convertirá en medicina, no tan fuerte como la primera que hiciste; de este último converso toma también otra onza y viértela sobre otras cincuenta de metal; y se convertirá en lunífico o solífico, según el color de la medicina, porque si el elixir fue blanco saldrá plata, y si rubro, oro; y este Sol o Luna convertida y engendrada por dicho medicamento, exceda al Sol y Luna naturales, tanto en quilates como en todas las propiedades medicinales; y del mismo modo se hace la proyección sobre el mercurio; con esta medicina harás el vidrio más hermoso y colorado y fingirás piedras preciosas.
Cómo conserva esta medicina a los cuerpos humanos en su sanidad, y lo purga de sus enfermedades adquiridas y le defiende de las futuras, o con la nutrición o la fomentación, veremos en el siguiente párrafo.
Ya hemos dicho cómo los cuerpos metálicos enfermos se purgan, sanan y se reducen a la perfección; ahora nos resta decir cómo por esta medicina se han de sanar los cuerpos humanos enfermos y conservarlos en su sanidad; como el hombre sea la más digna de todas las criaturas, pues Dios crió para sí, y le sujetó todas las cosas, omnia subiecisti sub pedibus eius, con razón se ha de procurar conservar al hombre y mantenerlo en su juventud; y esto hace esta Suma medicina más virtuosa y más fuerte que todas las confecciones y bebidas de Galeno e Hipócrates, tanto que hasta la lepra y el cáncer, por envejecidos que están en el cuerpo, los expele y lo deja puro y limpio, de modo que sana con mayor eficacia a los cuerpos en donde hay calor y movimientos, que aun a los cuerpos de los metales enfermos expele de ellos cualesquiera superfluidades; puesta esta medicina en las confecciones, fibra de las enfermedades futuras, y poca cantidad, sea bebida o aplicada, hace maravillosos efectos. Dejo las experiencias a tu industria, y espero que al fin me has de dar las gracias. Dios te dé salud y gracia para servirle.