lunes, 9 de febrero de 2009

MUJERES Y ALQUIMIA,

Y EN PARTICULAR SOBRE MARÍA LA JUDÍA

En la mayoría de los casos la relación mujer-alquimia está más cerca de un concepto extático que de la pura realidad operativa. Al parecer ha gustado mucho el arquetipo de la Sorror Mística, esa Lorenzana Feliciani compañera del Conde Cagliostro, que nos limita a ser inspiradoras y apoyo espiritual del hombre alquimista. Así, cuando el comentarista ocasional abre el "Mutus Liber" y ve trabajando a una señora, no puede dejar de citar esa endemoniada expresión, "Sorror Mística", a pesar de que se la ve siempre remangada, totalmente metida en faena y tratando de igual a igual a su acompañante. Se nos ha marcado con un caracter de musa que, en mi opinión, sólo es acertado en casos muy concretos. Suele hablarse mucho de la buena Perenelle, mujer de Nicolás Flamel, haciendo de ella el paradigma de la compañera espiritual. Nada más lejos de la realidad. Hoy sabemos que la boda del célebre escribano de París fue atada por la conveniencia. Los documentos notariales demuestran que Flamel luchó hasta el final por el testamento de su mujer (ella venía de dos matrimonios anteriores que la habían colocado en una situación acomodada). Ya en el lecho de muerte y apenas cuatro días antes de morir redactó, debido en gran parte a la influéncia de su confesor particular, el codicilo final que hizo favorecido único a su marido. Para comprender la feliz vida de la pareja basta decir que Perenelle le desheredó durante largo tiempo en beneficio de sus familiares más próximos, una hermana y varios sobrinos. Desde luego la relación entre ambos no tiene nada que ver con el himeneo idílico que sostiene la Tradición Hermética.
La conclusión a la que quiero llegar con todo lo antedicho es que el concepto "Sorror Mística" surge en una ciencia que es indudablemente de hombres, que tiene una conciencia evidentemente machista, y donde el vículo mujer-alquimia se ha querido sustituír por el de mujer-hombre alquimista. Es evidente que el papel habitualmente pasivo al que hemos sido relegadas las mujeres dentro del desarrollo científico europeo hasta bien entrado el siglo XX ha tenido fiel reflejo en el llamado Arte Hermético, que ha preferido la imagen de las flores piadosas a la de las grandes sabias y maestras prácticas.
Los detalles que tenemos a cerca de damas diestras en el laboratorio son absolutamente extraordinarios y se refieren a anécdotas graciosas o a pequeñas reseñas históricas sin más validez que la meramente documental. He aquí algunas muestras:
Anne Marie Zieglerin, miembro del llamado "Grupo de Sömering" que estafó una fuerte suma de dinero al duque alemán Julius Von Braunshweig. Al parecer fue quemada viva en una silla de hierro allá por 1574.
Eva Kaufman, sopladora alemana del siglo XVIII que, con su diestra operativa y su gran belleza hizo su "conjunción" particular para liberar de peso los bolsillos de numerosos aristocratas de la época.
Madame de Pfuel, quien se instaló en Postdam en 1751 bajo la protección de Federico II El Grande para el que trabajó con la única ayuda de sus dos hijas.
Martine Berteream, esposa del también alquimista Jean du Chaterlot. Fue condenada a cadena perpetua por el caracter "herético" y "pecaminoso" de sus sencillos tratados sobre el origen de las minas y la formación de los minerales. Murió en la prisión de Vincennes (Francia) en 1645.
Irene Hiller-Erlanger, poetisa francesa autora del "Voayage en Kaléidoskope" editado por George Crés en 1919, un libro muy alabado por alquimistas posteriores tan reputados como Fulcanelli.
Podría citar otros muchos casos, la misteriosa Emperatriz Bárbara, la muy sulfurosa Sabine Stuart de Chevaliere, Elena Mulere, Eva Martoní..... Ahora bien, lo que a mí verdaderamente me interesa es centrarme en las más grandes, en las más cantadas y admiradas por su proverbial sabiduría. Es entonces cuando la lista queda reducida a dos nombres: Cristina de Suecia y María la judía. Hoy voy a centrarme en la segunda, ya que a Cristina, de vida y actitudes muy singulares, quisiera dedicarle un artículo propio en otro momento.
María la judía
No es la única mujer practicante del "Arte Sagrado" en tiempos lejanos. Conocemos a Theosebia, a Paphnutia y a una supuesta Cleopatra (muy dudosa) que, al parecer, se animaron a trabajar los metales y minerales con igual soltura que sus compañeros. Sin embargo es a María a quien todos parecen mostrar como grandísima maestra. Es reconocida como la "Eva" particular de la historia de la alquimia, la primera mujer alquimista. Para que se hagan ustedes una idea de su tremenda antiguedad basta decir que el vetustísimo químico Zósimo de Panápolis (siglo IV) la cita siempre en pasado, venerándola entre los que él llama "sabios antiguos", un exclusivo grupo en el que figuran Demócrito, Moisés, Ostanes, Hermes, Isis, Chymes, Agathodaemon, Pibechios, Iamblichus...... nombre míticos y pseudo-epigráficos que buscaban dar una mayor relevancia al contenido de los textos que encabezaban. El eminente historiador de la alquimia F. Sherwood Taylor comenta que(1): "Uno de ellos, María al Judía, parece corresponder, en efecto, a una persona de carne y hueso y una gran descubridora de la ciencia práctica". Esta idea de María como persona física real es la que actualmente está más extendida entre los estudiosos del tema.Tiene gran fama de diestra operativa que le viene del própio Zósimo, quien al parecer tuvo en sus manos cierta obra suya en la que se hacía una pormenorizada descripción del instrumental en los laboratorios de la época. El propio Panapolita extractó ciertas partes ese texto, siendo la más conocida aquella que se refiere a cierto aparato destilatorio denominado Dibikos o Tribikos (según tuviese dos o tres caños para la destilación). He aquí la famosa cita(2): Os describiré el Tribikos, pues así se llama el aparato construído de cobre y descrito por María, la transmisora del Arte. Ella dice:
Constuir tres tubos de cobre dúctil un poco más gruesos que la sartén de cobre de un pastelero, debiendo tener la longitud aproximada de un codo y medio. Hacer tres tubos de esta clase y construir también un tubo ancho, de un palmo, con una abertura proporcionada a la cabeza del alambique. Los tres tubos deben tener sus aberturas adaptadas como un clavo al cuello de un ligero receptor de forma que se unan lateralmente a cada lado, formando uno de los tubos sólo como el pulgar de una mano y los otros dos juntos, como los dedos índice y medio. En el fondo de la cabeza del alambique habrá tres orificios ajustados a los tubos, y cuando estos encajen serán soldados en sus sitios, recibiéndo el de arriba el vapor de una manera diferente. Después, colocar la cabeza del alambique sobre la vasija de barro que contiene el azufre y tapar herméticamente las junturas con pasta de harina. Al final de los tubos deben colocarse redomas de cristal grandes y lo suficéntemente fuertes para que no se rompan bajo los efectos del calor que pueda provenir del agua situada en la mitad. He aquí el dibujo:
Tribikos
Otra atribución mucho más precaria es aquella que la identifica como inventora del "baño maría", un método para aplicar fuego a los cuerpos de manera suave y uniforme.
A la hora de plantearnos el asunto de la verdadera personalidad de esta mujer sin fantasías y ciñéndonos a testimonios puramente históricos tenemos dos supuestos:
- Si atendemos únicamente a los datos que nos proporcionan los llamados "alquimistas griegos" sería aventurado decir que se trata de un personaje de carne y hueso. Como dice Taylor da la impresión de que sí, ya que no se le carga ningún desvarío extraño ni virtud mítica; pero Zósimo y sus contemporáneos también hablaban con total naturalidad de Hermes, Demócrito, Pibechios, Ostanes, y sin embargo todos sabemos que se trata de pseudo epigráficos. El simple hecho de que el nombre "María" sea menos fantástico que, por ejemplo, el de Agathodaemon (Demonio-serpiente), no es excusa para suponer una existencia real. La verdad es que no tenemos referencia de nadie que asegure ser contemporaneo de ella y que certifique su realidad física. Con las insuficientes referencias que aquellos "paleoquímicos" nos han legado nada se puede garantizar.
- La cosa cambia si echamos mano de los varios textos que han llegado hasta nuestros días con la firma MARÍA LA JUDÍA. Es entonces cuando se puede presumir la idea de que se trataría muy posiblemente de un personaje mítico, tal y como intentaré demostrar dentro de un momento. No obstante, hay que dejar claro el carácter teórico de los supuestos que voy a plantear. La precariedad del material conservado, y sobre todo a las pocas garantías que ofrecen estas obras en cuanto a su autoría colocan la certeza muy lejos de nuestra mano; además, yo he indagado intentando recoger la mayoría de los textos que tiene adjudicados, pero no garantizo que existan otros desconocidos para mi.
Textos y crítica de los mismos.
ALUMEN DE HYSPANIA: Inedito, reposa en el Trinity College de Cambridge (Ms. O.2.16. Siglo XV. Volumen 2, pag. 74). Es un texto muy escueto, apenas un folio. Se trata de una precisión sobre un cierto tipo de alumbre amarillento típico de la tierra española. Es, sin duda, un extracto tomado de una obra mayor, posiblemente algún tipo de lapidario. Sus pocas palabras, muy ceñidas al tema del título no nos dicen gran cosa. Podría ser de ella, pero también de cualquier otro.
MARIAE PROPHETISSAE DE OCULTIS NATURAE LIBER: Inedito, se encuentra en Florencia (Biblioteca Nazionale. Ms. Palat. 887. Fol 81-82). No añade nada nuevo sobre el personaje ni tampoco sobre la obra alquímica. Sin embargo se utiliza en una ocasión la palabra quintaesencia, por lo que parece descartable a no ser que se trate de una adición del copista de turno.
LES SEPT VISIONS DE MARIE LA PROPHETESEE SUR L'OUVRE DE LA PIERRE DES PHILOSOPHES: Está publicado por "Chrysopoeia", revista de la Sociedad de Estudio de la Historia de la Alquimia, tomo II, fascículo 4. 1988. ED. Arché y J.C. Bailly. Compara la obra a un gran libro con siete sellos, cada uno de estos sería una operación que hay que ejecutar o abrir. En realidad este tratado es una versión francesa del conocido "Cathena Aurea", generalmente atribuido a Arnau de Vilanova en las grandes colecciones impresas y que, como ya apuntase Haureau (3), más bien parece ser fruto del alquimista francés Juan de Gascuña. El mismo Haureau dice haber encontrado el texto rubricado por Johannes de Vasconia en el manuscrito 11202, fol 150 de la Biblioteca Nacional de París. Lo cierto es que salta a la vista que su estructura y el contenido no tienen nada que ver con el estilo seco y tosco de los alquimistas griegos. La división en siete operaciones denota la influencia del "Rosario" de Arnau y la "Suma" del pseudo-Geber.
DIÁLOGO DE MARÍA Y AROS SOBRE EL MAGISTERIO DE HERMES: Es el más interesante y el que más datos nos aporta.
En primer lugar hay que decir que la versión más conocida del texto la popularizó Guillaume Salmón a través de su "Bibliotheque des Philosophes Chimiques", allí fue donde se imprimió por primera vez un supuesto trabajo de María. Esta versión es la que se ha reeditado varias veces en francés y la que tiene versiones en inglés, italiano, alemán y, como no, en castellano incluida la excelente digital de TURBA PHILOSOPHORUM. Aclaro todo esto porque sucede que Salmon tuvo dos faltas graves en el tratamiento del texto, lo que aleja su copia de lo que debió ser el original.
Primero: No respetó el contenido que tenía como modelo, sino que añadió comentarios suyos entre líneas y coletillas a las frases. ( es algo generalizado en su biblioteca)
Segundo: Es casi seguro que tuvo como modelo un manuscrito muy tardío y que no se preocupó por proporcionarse uno más antiguo. Así, las primeras versiones que llegaron a europa en los siglos XIV y XV no coinciden ni en el título que era "Discursión entre María, hermana de Moises, y Arón", o bien "Práctica de María". Veamos una evolución cronológica de los títulos en los manuscritos:
Speculum veritatis. A disputation betwene María the sister of Moyses, and Aros, King of the grecians. Oxford. Bodleian Library. Ms. Ashmole 1418. SigloXVII. Fol 52v-54.
Practica Maria Propietessae in artem alchemicam. Edinburg. Royal College of Physicians. Ms AB4/18. Siglo XVII. Fol 129-131. (En el texto se cita a Arón y no a Aros.)
Le débat et question sur la grand oeuvre entre Aaron et Marie le prophétisse. París. Biblioteca Nacional. Ms. Français 19074. Siglo XVII. Fol. 67-69.
Le secret de Marye, prophétesse el seur de Moïse. París. Biblioteca Nacional. Ms. Français 19069. Siglo XVI. Fol. 64v. (En el texto se cita a Arón y no a Aros.)
Liber Marie sorois Moisi. Camridge. St. John´s College. Ms. G.14. Siglo XV. Fol 6-9. (En el texto se cita a Arón y no a Aros.)
Liber chemicus de interrogationibus Aaron et responsionibus Mariae. Viena. Biblioteca Nacional de Austria. Ms. 5477. Siglo XV. Fol 61v-62v.
Esta revisión de las fuentes más antiguas cambia la visión que teníamos del texto y nos aporta datos muy interesantes. En primer lugar llama mucho la atención que se trate de un diálogo entre personajes hebreos citados en la Biblia (Éxodo). Ello es un dato a favor de la antigüedad de este tratado, pues los paleoquímico griegos sostiene que los alquimistas del pueblo judío escribían solo para ellos. En su libro "Sobre la Perfección" (2) Zósimo asegura: "Sólo a los judíos les explicaron estas técnicas y las escribieron y se las transmitieron para ellos. Por esta razón sabemos que Teófilo, hijo de Teógenes, registró las ubicaciones de las minas de oro, y María describió los laboratorios, y otros judíos de forma similar". Olimpiodoro también recoge una cita de muy interesante en este sentido: "María dijo: No vayas a tocar con tus manos (los materiales de la Obra) tú que no eres de la raza de Abraham, tú que no eres de nuestra raza....". Tenemos textos pseudoepigráficos bajo la autoridad de Moisés, como los que reproduce Berthelot en su "Introduction à l'Etude de la Chimie des Anciens et du Moyen-âge" (4); y también conocemos otros colocados a Arón (véase: Florencia. Biblioteca Riccardina. Ms. 1165 [L.III.34.]. Siglo XV. Fol. 170v-181. Liber Arom Philosophy) de manera que no es extraño considerar a la propia María como otra pseudoepigráfica. Era costumbre habitual entre los hebreos de aquellos tiempos atribuir los textos, no solo alquímicos sino también astrológicos y apócrifos bíblicos, a antiguos personajes de la Biblia como Enoch, Esdras, Adán, Set....
Visto todo lo anterior llega la pregunta: ¿Podemos determinar si la disputa entre María y Arón fue verdaderamente redactada por un antiguo autor hebreo en los tiempos que se supone debió vivir nuestra maestra? Tal vez se debe a una pluma posterior que pretendía dar relevancia a su trabajo aprovechándose de la buena reputación de los libros firmados con el nombre "María la Judía". Los alquimistas griegos no nos dan noticia de este diálogo, y hasta el siglo XIV en que llega a Europa pudo escribirlo cualquiera.... Ya he comentado que es fundamental el hecho de que el diálogo se desarrolle entre personajes de la literatura judía. También el estilo de redacción, plenamente coincidente con el de aquellos tiempos, es un dato muy a favor. Todos los recursos empleados son típicos la primera literatura alquímica: visión de la alquimia como ciencia de los cuatro elementos, alusiones al antiguo Hermes, al agua divina, ausencia de referencias a la piedra filosofal, búsqueda de tinturas y medicinas...... Además está el detalle fundamental de la utilización de expresiones simbólicas que únicamente tienen lógica desde una perspectiva hebrea. Por ejemplo. Se puede leer "Coged la hierva blanca, clara, honrada, que crece sobre las pequeñas montañas..." y también " El cuerpo que se coger sobre las pequeñas montañas es claro y blanco...". ¿A qué se refiere con la palabra "montañas"? Desde el punto de vista del simbolismo griego no hemos encontrado solución posible, sin embargo para los judíos los sustantivos "montaña" y "metal" son equivalentes al coincidir en que ambos nunca tienen plural. Convergen en el aspecto gramático y por eso se pueden intercambiar uno por otro. Esto ya lo hemos visto en una obra hebrea coetánea de la supuesta María. Se trata del "Libro de Enoch" (5) donde el capítulo LII se titula Las Montañas se Fundirán ante el elegido, y dice así:"...allí mismo mis ojos vieron todos los secretos de los cielos que deben llegar, una montaña de hierro, una de cobre, una de plata, una de oro, una de estaño, una de plomo."
Así pues, tras estos detalles aquí expuestos me atrevo a sugerir que "María la Judía" podría haber sido la firma empleada por uno o varios alquimistas hebreos anteriores a Zósimo, y que al menos una de sus obras (también puede ser un fragmento)