La "vía húmeda" y la "vía seca". -
La vía que acabamos de describir recoge a la energía en sí misma para transformarla en fervor: ésta es la vía húmeda. Los alquimistas hablan en términos ocultos- aún más ocultos que usualmente, de una vía rápida y peligrosa, la vía seca. Esta usa un fuego "contranatural" análogo en el ámbito cosmológico al "yoga del conocimiento" del Vedanta, o mejor aún, al "camino directo" del Tantrismo. Él va "directamente" del "ego" al "hombre interior" sin pasar a través de la mediación cósmica, que toma lentamente dentro de sí el alma del mundo. Parece partir de un más radical" descenso en el infierno", trátase sin duda de un volverse inmediatamente consciente de la formidable energía que está dormida en las piedras y en los sistemas óseos; como en el Tantrismo inmediatamente antes del despertar de la Kundalini, esta conciencia toma la apariencia de un calor tórrido ligado a la afirmación "Yo soy" que no es más ya individualizada. Este calor, el de la "cal viva" devora la objetivación psico-vital del mercurio para permitir sólo que subsista la certeza del oro. La "vía seca, que no opera ya más con el fuego lento de la naturaleza, sino con la precipitación que proviene del diablo", parece haber empleado - para facilitar los traumas de "desidentificación" que dislocan las apariencias- pociones intoxicantes, quizás líquidos orgánicos mezclados con alcohol, como la "orina de un borracho". La orina, cuyo símbolo se encuentra en la alquimia Tántrica, designaba, sobre todo para el alquimista, "el fuego de la naturaleza inferior", "UR INFERIORIS NATURAE". Pero, en vez de comentar aquéllos métodos "corrosivos", con respecto a los cuales los textos, en ausencia de ninguna enseñanza oral, son difíciles de interpretar, daremos seguidamente algunas indicaciones acerca de los procesos que son "muy gratos a la naturaleza".
Métodos. -(*)
El antiguo carácter del ascetismo alquímico explica por qué tiene menos que ver con la renunciación que con el desapego, menos con una huida del mundo que con una participación purificada en su divina celebración. Puede decirse que su meta es la penetración del ambiente cósmico, una "cosmización" del ambiente cósmico, una "cosmización" del alma, para usar la expresión de Mircea Elíade. Como el "VAS HERMETIS" el cual es su soporte para la meditación y, en cierta forma, su símbolo, el alma del alquimista debe tornarse "redonda" como para imitar la perfección esférica del cosmos; Ella debe contener a la tierra y a su fuego de abajo, al cielo con su Sol y a la Luna. (*)Nota. - No podemos tratar aquí el papel completo de los metales y del laboratorio en la obra alquímica. Sin embargo señalemos que las operaciones materiales no tenían autonomía espacio-temporal y no se desenvolvieron conforme a causas y efectos fisico-químicos racionales. Ellas eran, sobre todo, un apoyo para la meditación, un medio hacia el maravillarse, y, con este propósito, haciase surgir el valor especial de aquéllas "cualidades secundarias", las que la ciencia moderna desde Descartes ha negado. Más aún, ellas constituían un resultado, una "aura" de regeneración humana, y así actuaba sobre los materiales, no a través de los materiales mismos, sino a través del conocimiento operativo de su substancia psíquica y su esencia espiritual. Ella debía homologar al mundo, de modo de convertirse, con él, la "matriz" y el "huevo" de los cuales el FILIUS PHILOSOPHORUM, la piedra milagrosa nacería. Debido a que, conforme reza el proverbio "uno no puede hacer oro excepto con oro", el alquimista empezará de los granos dispersos en la vida ordinaria, de los "momentos de suspensión "o "instantes dorados" que algunas veces despejan nuestro sueño y permiten que un resplandor del oro interior se filtre a través nuestro, a través de la montaña de nuestra ignorancia.
Imaginación verdadera. -
Para recoger estos granos de oro, la práctica principal de la alquimia parece haber sido la "imaginación", no imaginación en el sentido ordinario, sino "imaginación verdadera", que los textos oponen cuidadosamente a "fantasía". ET VIDE SECUNDUM NATURAM, DE QUA REGENERANTUR CORPORA IN VISCERIS TERRAE ET HOC IMAGINARE PER VERAM IMAGINATIONEM ET NON PHANTASTICAM . La imaginación verdadera realmente" ve "los procesos "sutiles" de la naturaleza y sus prototipos angélicos. Es la capacidad para reproducir en uno mismo el desenvolvimiento cosmogónico, la creación permanente del mundo en el sentido en el cual toda creación, finalmente, es sólo una Imaginación Divina. Es también la facultad de interpretar los relatos bíblicos y mitos grecorromanos como realidades siempre presentes, que llevan al Universo de regreso a Dios a través de la mediación de un tiempo sagrado en donde no existe sino un hombre. La imaginación de la alquimia es una visión: Ve el espacio como un símbolo y el tiempo como una liturgia. "Horizontalmente", ella penetra el ambiente sutil, es la "estrella" en el hombre, el "cuerpo celestial", el "astrum", en este caso una expresión derivada de Paracelso y que significa el Alma del mundo. "Verticalmente", esta imaginación conduce a la vida cósmica así aclarada de vuelta a la realidad espiritual: ella toma entonces el nombre de "meditación" INMENSA DIUTURNITAS MEDITATIONIS, y consiste en la prolongada y silenciosa invocación de Dios o más bien del "ángel interior", del "ángel bueno": De hecho la meta de la alquimia, cuyo rol debe permanecer cosmológico, no es la unión con lo trascendente sino el establecimiento de un contacto con ello a través del "rayo angélico" que une lo supraformal con el mundo de las formas. Así pues, cuando los autores herméticos hablan de "ver con los ojos del espíritu", no es un asunto, como creyó Jung, de una proyección alucinatoria de la psique individual o colectiva sobre las substancias químicas cuya verdadera naturaleza permanecería básicamente desconocida; es una cuestión de una "divinización" del misterio de las cosas, en primer término del aún ambiguo misterio del alma del mundo y luego del luminoso misterio del espíritu. Es cuestión de no ver más ya cosas como la humanidad -hereditaria o colectivamente- las sueña, esto es, en su exterioridad sensorial, sino más bien como Dios las sueña, esto es, en su interioridad espiritual. "Dios permite al filósofo inteligente, a través de la meditación de la naturaleza, hacer que las cosas ocultas aparezcan y librarlas de la oscuridad. . . Estas realidades ocultas están siempre presentes, mas los ojos de los hombres ordinarios no las ven -solamente los ojos del intelecto y la fuerza de la imaginación, que perciben con visión cierta "El alma caída sueña de modo de olvidar la ausencia de Dios, esto es, la muerte; ella sueña la condición individual, al universo sensorial y las mil formas en las que él se encuentra y busca convertirlas para su placer, en las artes, las ciencias y técnicas del mundo profano. El alma debe morir a su sueño para redescubrir a Dios. Por eso es que los métodos propiamente espirituales buscan que matar el ensueño del alma, sé a través de la implacable pregunta "¿quién soy yo?", O más bien, en nuestro tiempo, por la invocación del Divino nombre. Por el contrario la alquimia, cuyo método es más "psicocósmico" que espiritual, hace uso de la necesidad de sueño del alma; en vez de "violentar el alma" por la pregunta drástica o la invocación ella expande su sueño a la magnitud del universo y disuelve su prisión individual a través del amor por la belleza del mundo. Cuando el lugar del sueño no es más ya el alma separada sino el alma del mundo, cuando el sueño no es mas ya la "viscosidad" de las apariencias sino la naturaleza virginal en su secreta pureza, pueden luego, para despertar el oro, intervenir los métodos espirituales apropiados: ¿Quién sueña? Es preguntado y la piedra misma proclama el Divino nombre. La respiración. -Esta "poesía real" parece haber sido encarnada a través de la meditación sobre los grandes ritmos corporales. Los textos sugieren el uso metódico del ritmo respiratorio. A la manera de Galeno y Averroes, que ligaban al "espíritu vital" a una substancia de naturaleza psíquica que permeabiliza la atmósfera cósmica y que es asimilada por el hombre al seguir un ritmo paralelo del aliento. Este concepto es tan cercano al concepto de PRANA que nos resulta difícil dudar que los alquimistas conocían ejercicios respiratorios análogos a los del Yoga, y, más precisamente, al Yoga-Laya Tántrico. En el simbolismo de éste último, que es tan antiguo que nos damos cuenta porqué debiera ser tan a menudo el mismo de la alquimia, la vida corporal se halla parcialmente condicionada por la acción contraria de dos "respiraciones sutiles", prana y apana: la primera ligada a la función respiratoria, la segunda a la función sexual. Prana tiende hacia arriba, hacia un escape del cuerpo, mientras que Apana actúa sobre él "como cuerda que ata el halcón", y apana que siempre cae hacia abajo, tiene que rebotar "bajo la acción de prana, como una bola cuando choca con la tierra". Si añadimos que Prana está relacionado con el Sol y Apana con La Luna, no es difícil ver su oposición como un aspecto de la dualidad Azufre-Mercurio, y particularmente de los dos pájaros, uno siendo volátil tiene alas, y el otro, siendo fijo, no las tiene, y cuya perpetua interacción debe ser utilizada y conciliada por el Arte. Pero no es tan fácil decir exactamente a qué se refieren los textos al hablar de lo "fijo" y de lo "alado" que, en el ámbito de la alquimia humana pudiera traspasarse a las técnicas respiratorias. (*) (*) Sin embargo, es casi cierto que, en uno de sus significados, sea el simbolismo de la "circulación" alquímica que se relaciona con la concentración Tántrica de las respiraciones interiores y, notablemente, al dominio del "prana" y del "apana".
La sangre. -
"El alma imaginativa" es el "espíritu de vida", dicen los textos, y él "habita en la sangre". La concentración en la sangre a través del ritmo circulatorio y la sensación del calor corporal parece haber desempeñado un rol importante en el ascetismo de la alquimia, La sangre es la "lámpara de vida", el soporte del alma, mercurio en su modalidad más cercana al azufre, con el cual se une en el corazón. En una cierta forma, el trabajo alquímico puede ser referido a la transmutación de la sangre, la cual, inicialmente coloreada por el oscuro Sol del ego, es iluminada por la radiación del corazón del mundo. Los autores arábicos ya hablan de una "descomposición la cual, por medio de un fuego gentil, transforma a la naturaleza en sangre". Toda la primera mitad del trabajo, que reabsorbe lo sensorial en el alma, es transcrita por tanto como una experiencia interior de disolución del cuerpo en sangre; entonces el hombre se siente sólo como calor y pulsación, fervor y ritmo, esto es, como pura vida. "Varón y hembra, el cuerpo y su espíritu vital no son otros que el cuerpo y la sangre. . . La disolución del cuerpo en su propia sangre es la disolución del cuerpo en su propio espíritu de vida. . . Ud. tratará en vano de obtener una disolución perfecta del cuerpo sino aumenta en él el influjo de la sangre, que es menstruación natural, su femineidad y su espíritu(vital)todo en uno, y con el cual debe unirse tan íntimamente que constituyan sólo una y misma substancia. " En el simbolismo bíblico interpretado por la alquimia, la sangre es el mar rojo que tiene que ser cruzado para dejar Egipto, esto es dejar el cuerpo. En un sentido más profundo, "la sangre es la fiera espada que interrumpe la vía que lleva al árbol de la vida": su ritmo crea espacio-tiempo. Penetrar el misterio de la sangre significa unir el corazón del hombre con el corazón del mundo, en el cual el rayo no-espacial perfora el espacio y permite el escape de él.
El sexo. -
Finalmente, la alquimia parece haber conocido un erotismo sagrado curiosamente similar al del Tantrismo. La cosmología hermética esta íntimamente relacionada en este ámbito, pero de un modo que es muy difícil de establecer con precisión, a las prácticas del "amor cortesano", al "amor provenzal", y finalmente a las que la caballería heredó de las antiguas sociedades pastoriles de occidente a través de la iniciación de hombres jóvenes y que implicaba un simbolismo "ctónico" y "femenino" de la divinidad. Así, aparte de la sociedad patriarcal de la Edad Media, que enfatizaba principalmente la función biológica del matrimonio y que vio en la perpetuación de la especie la excusa para pecados de la carne, sobrevivieron tradiciones más primordiales: una que enfatiza el simbolismo positivo del amor y lo reviste con el propósito de regeneración espiritual. Parece que debe haber existido un matrimonio alquímico consagrado a la consecución de la Gran Obra y que es similar al matrimonio Tántrico del Tíbet, cuya meta reconocida no es la procreación de niños sino la iluminación. Son frecuentes las alusiones a la sonor mystica, a la "consorte de servicio", en los textos de alquimia; todas las operaciones representadas en el MUTUS LIBER son realizadas por una pareja que al final es transfigurada en el HIEROGAMOS del Sol y La Luna; por otra parte, varios textos mencionan que es necesario el esfuerzo combinado de un hombre y una mujer para la consumación de la obre; finalmente la casi mítica renovación de Nicolás Flamel y de la Dama Pernelle enfatiza la importancia acordada por los alquimistas al matrimonio espiritual. De hecho es claro que el amor humano podría ser expandido por las ideas alquímicas acerca de la sexualidad cósmica(y quizás, secretamente, acerca de la "sexualidad" divina). Es también claro que el deseo, experimentado en desapego e inocencia podría ayudar al "hombre rojo" y a la "mujer blanca" a capturar en su fuente misma la femineidad de la "materia". Para la cristiandad occidental el amor puede, a lo más, ser santificado. Para la alquimia, podía tornarse santificante. Esta unión al servicio de la obra no era fácil. Ella implicaba tres requerimientos: El primero parase haber sido una pureza no comprometida y una "sensibilidad espiritual extrema", de modo que el placer nunca se cerrase sobre sí mismo sino que pudiera despertar un amor que se expandiese más y más y se tornase menos y menos individual. Siguiendo el esquema platónico usado a menudo por la alquimia como también por los trovadores, tal amor lleva de la belleza del cuerpo a la del alma, y, finalmente, es reabsorbido en "el amor de Dios quien creó la belleza". Así "la unidad de todos los estados del amor" pudiera llevar del abrazo que ciegamente transmite MORT(muerte)al A-MORS (sin-muerte), el que, siguiendo el profundo juego de palabras de las "cortes de amor", despierta el sentimiento de la eternidad. El segundo requerimiento era por tanto trasponer este amor en amor cósmico. Al final, no era más este hombre o aquélla mujer sino el Sol y la Luna que se unían "para dar nacimiento a Dios". "En esta segunda operación", escribió Flamel a un pintor que había ilustrado uno de sus trabajos, "Ud. tiene que juntar las dos naturalezas, la masculina y la femenina y tiene que desposarlas. . . esto es, ellas no forman sino un solo cuerpo, que es el andrógino o hermafrodita de los antiguos. El hombre como ha sido dibujado aquí ciertamente se me parece hasta el último detalle, y la mujer representa a Pernelle en una manera vívida. El pintor tenía solamente que representar lo masculino y lo femenino pero le complació dibujarnos aquí como ellos". Así "el hermafrodita" es la meta, esto es, el secreto origen que impulsa al hombre y a la mujer mútuamente, así como en las doctrinas orientales el niño deseando nacer los reúne en unión puramente carnal. De modo de preparar este "pasaje al final", el matrimonio alquímico no era presentado como una mera fusión, sino como un encontrarse cara a cara lentamente transformado por el "arte" en una unión de complementarios. El tercer requerimiento, la unión de complementarios, relaciona los pasos del trabajo alquímico a las relaciones del hombre y la mujer: la "disolución" de lo negativo masculino en lo positivo femenino, la "fijación" de lo negativo femenino por lo positivo masculino. Sin embargo, se trata aquí menos de una cuestión de fases sucesivas que de una constante interacción que logra más y más "cristalizaciones" nobles de amor, hasta que se logra la transmutación final. Esta interacción es la clave para la "operación con dos vasos" entre los cuales debe de tener lugar una circulación vivificante y perfectamente recíproca: estos "gemelos"(Gemini)estaban arreglados de modo tal que el producto destilado de cada uno, su ángel, pudiera verterse de modo de purificarlo en la parte opaca del otro. Un intercambio creador que también parece haber constituido uno de los fundamentos del amor provenzal: "Todo tiene lugar", escribe R. Nelly, "como si la erótica provenzal hubiera tratado de injertar en el hombre la cualidad ‘dominante' de la mujer: cariño por el cuerpo, 'piedad'; y en la mujer el coraje y la virtud masculina. Este injerto, el cual busca que actualizar el andrógino en cada cual, es maravillosamente simbolizado por dos miniaturas en un manuscrito del siglo XV que Jung ha reproducido en su obra "Psicología y alquimia": durante la "mortificación" que es una preparación para el matrimonio y que toca a ambos sexos simultáneamente, el árbol de la vida es visto crecer del vientre del hombre y de la cabeza de la mujer; como si el hombre, para llegar a ser merecedor de una unión auténtica tuviera que despertar la parte femenina en sí mismo, tuviera que renunciar al razonamiento de la cabeza para sentir el movimiento de sus entrañas; y como mujer tenía que despertar su parte masculina liberándose del despotismo sensual y maternal de su vientre con el fin de tomar parte lúcidamente en la vocación del hombre. Finalmente, puede ser que los alquimistas conociesen no solamente del matrimonio propiamente dicho, sino de ciertas "técnicas" eróticas similares al Tantrismo y dirigidas a despertar la energía del sexo sin permitirle ser desgastada en la emisión seminal. Los textos presentan a menudo el símbolo grecorromano de la "Diana desnuda" al cual relacionan al alma del mundo, la visión de la cual es la meta del "trabajo en el blanqueado". Ahora sabemos que el "amor puro", medieval que es el amor sin unión carnal, incluía la contemplación de la Dama desnuda. Como en el tantrismo donde la denudación de la virgen "simboliza" purificación, donde las prendas representan aquí las apariencias exteriores. Esta práctica implicaba una total sublimación: los textos predecían que el profano que se atreviese a mirar a "Diana desnuda" con ojos de deseo correría el destino de Acteón, transformándose en un animal que sería devorado por los perros. Finalmente, la alquimia pudiera haber empleado un MAITHUNA, esto es una unión sexual ritual en la cual la esperma, en el momento de la emisión es abruptamente retenida y debe "reascender", de modo que la concentración más elevada de vida, la cual ella contiene, pudiera entrar inmediatamente en el plano psíquico y provocar un shock liberador. En un texto hermético-cabalístico el Asch-Mezareph, hallamos una referencia a un procedimiento de este tipo en la referencia al simbolismo bíblico del lanzamiento del arma de Phineas: "La lanza penetra al mismo tiempo al Israelita solar y al medianita lunar en el momento de su unión en el Locis Genitalibus. . . El punto de fuerza del hierro, actuando sobre la materia la limpia de toda su contaminación. Aquí el Israelita no es otro que el azufre masculino y la medianita debe ser entendida como agua. . . la lanza de Phineas no sólo mata el azufre masculino sino también mortifica a su esposa; y juntos son transmutados al mezclar su sangre en un singular acto de generación: Es entonces que los milagros de Phineas empiezan".