lunes, 9 de febrero de 2009

EPÍSTOLA DEL FUEGO FILOSÓFICO

Yo, Jean Pontanus, he visitado múltiples regiones y reinos, -a fin de conocer verdaderamente qué es la Piedra de los Filósofos-, y después de haber recorrido los confines del mundo sólo he encontrado falsos Filósofos y farsantes. Sin embargo, por un continuo estudio de los libros de los Sabios, aumentándose mis dudas, he encontrado la verdad ; pero aún conociendo la materia he errado doscientas veces antes de poder encontrar la operación práctica de esta verdadera materia. Primero, empecé mis operaciones por las putrefacciones del Cuerpo de esta materia durante nueve meses y no encontré nada. durante algún tiempo la puse al baño maría y del mismo modo erré. La mantuve y puse en un fuego de calcinación durante tres meses, y operé mal. Intenté y probé todos los géneros y modos de destilaciones y sublimaciones, según lo que los Filósofos dicen o parecen decir, por ejemplo Geber, Arquelaos y casi todos los demás y tampoco encontré nada. Por último, intenté alcanzar y perfeccionar el objeto de todo el Arte de Alquimia, de todas las maneras imaginables: por el estiércol, el baño, las cenizas y por otros mil géneros de fuego que los Filósofos mencionan en sus libros; pero no descubrí nada válido. Por lo cual, durante tres años seguidos estudié los libros de los Filósofos, sobre todo el único Hermes, cuyas breves palabras comprenden todo el magisterio de la Piedra, aunque hable de un modo muy obscuro de las cosas superiores e inferiores, del Cielo y de la Tierra. Por lo tanto, toda nuestra aplicación y nuestros cuidados sólo deben estar dirigidos hacia el conocimiento de la verdadera práctica, en la primera, segunda y tercera Obra . No se trata del fuego de baño, de estiércol, de cenizas ni ninguno de los otros fuegos que nos evocan y describen los filósofos en sus libros. Entonces, ¿cuál es aquél fuego que perfecciona y acaba la Obra entera desde el principio hasta el final? Ciertamente, todos los Filósofos lo han ocultado; pero yo, con movido por un impulso de misericordia, quiero declararlo junto con la completa realización de toda la Obra. La Piedra de los Filósofos es única y es una, pero oculta y envuelta en la multiplicidad de distintos nombres y antes de que puedas conocerla pasarás muchas fatigas; difícilmente la encontrarás por tu propio ingenio. Es acuosa, aérea, ígnea, terrestre, flemática, colérica, sanguínea y melancólica. Es un azufre y también Plata viva. Tiene varias superfluidades que, te lo aseguro por el dios viviente, se convierten por medio de nuestro fuego en verdadera y única Esencia. Y quien, -creyéndolo necesario-, separe alguna cosa del objeto, seguro que nada sabe de Filosofía. Ya que lo superfluo, lo sucio, lo inmundo, lo vil, lo fangoso y por lo general toda la substancia del objeto se perfecciona por medio de nuestro fuego en un cuerpo espiritual fijo. Esto, los Sabios nunca lo han revelado, y , como consecuencia, pocas personas llegan a este Arte, pues imaginan que algo sucio y vil debe ser separado. Ahora debemos manifestar y extraer las propiedades de nuestro fuego; si este conviene a nuestra materia tal como lo he dicho, es decir, si es transmutado junto con la materia. dicho fuego no quema la materia, nada separa de ella, no divide ni aparta las partes puras de las impuras, tal como dicen todos los Filósofos, pero convierte todo el objeto en pureza. No sublima a la manera de Geber, Arnaldo y todos los demás que han hablado de sublimaciones y destilaciones. En poco tiempo se realiza y perfecciona . Este fuego es mineral, invariable y continuo, no se evapora si no es excitado en exceso; participa del azufre, es tomado y proviene no de la materia sino de otro lugar. Todo lo rompe, disuelve y congela, igualmente congela y calcina; es difícil de encontrar por la industria y por el Arte. dicho fuego es compendio y resumen de toda la Obra, sin tomar ninguna otra cosa o por lo menos poco, este mismo fuego se introduce y es de débil ignición; porque con este pequeño fuego es realizada toda la Obra y juntas son hechas todas las requeridas y debidas sublimaciones. Los que lean a Geber y todos los demás Filósofos, aunque vivieran cien millones de años, no podrían comprenderlo, pues este fuego sólo se puede descubrir por la única y profunda meditación del pensamiento, después será posible com-prenderlo en los libros, y no de otra manera. Por lo tanto, el error en este Arte es no encontrar este fuego, que convierte la materia en la Piedra de los Filósofos. Concéntrate, pues, en este fuego, porque si yo lo hubiese encontrado en primer lugar no hubiese errado doscientas veces sobre la propia materia. A causa de ello, ya no me sorprende que tantas personas no consigan llegar a la realización de la Obra. Yerran, erraron y errarán siempre, en cuanto a que los Filósofos sólo han puesto su propio agente en una sola cosa, que Artefius ha nombrado, pero hablando sólo para sí mismo. Si no fuese porque he leído a Artefius, lo he oído y comprendido nunca hubiese llegado a la realización de la Obra. He aquí cuál es dicha práctica: se debe tomar la materia con gran diligencia, triturarla físicamente y colocarla en el fuego, es decir, en el horno; pero también hay que conocer el grado y la proporción del fuego. A saber, es preciso que el fuego externo tan sólo excite la materia ; en poco tiempo este fuego, sin manipularlo para nada, ciertamente realizará toda la Obra. Ya que putrifica, corrompe, engendra y perfecciona la obra entera, haciendo aparecer los tres principales colores, el negro, el blanco y el rojo. Y mediante nuestro fuego la medicina se multiplicará, si está conjunta con la materia cruda, no sólo en cantidad sino también en virtud. Busca, pues, este fuego con todas las fuerzas de tu espíritu y llegarás a la meta que te has propuesto; pues él es quien hace toda la Obra y es la llave de todos los Filósofos, y en sus libros nunca la han revelado. Si piensas muy profundamente en las propiedades de este fuego antes descrito, lo conocerás, pero de otro modo, no. Así pues, conmovido por un impulso de misericordia he escrito esto, pero para quedar satisfecho debo decir que el fuego no está en absoluto transmutado con la materia como dije antes. He querido decirlo y advertir a los prudentes de estas cosas, para que no gasten inútilmente su dinero y sepan de antemano lo que deben buscar, por este medio llegarán a la verdad del Arte, de otra manera, no. A Dios. FINAL
TRATADO DEL CIELO TERRESTRE. Wenceslao Lavinius de Moravia A la naturaleza la ha creado primeramente un solo espíritu corporal, que es común Y está oculto, y que es un bálsamo precioso de la vida que conserva lo que es puro y bueno, y destruye lo impuro y maligno. Este espíritu es el fin y principio de toda criatura; triple en sustancia, ya que está hecho de sal, azufre y mercurio o agua pura. Desde lo alto, coagula, une y riega todos estos lugares bajos, por medio de un seco untuoso y húmedo. Queda así dispuesto para recibir cualquier forma y figura. Solamente el Arte, y con ayuda de la naturaleza, puede hacerlo visible a nuestros ojos. Oculta en su vientre una fuerza y virtud infinitas, pues es algo que está lleno de las propiedades del Cielo y la Tierra. Es hermafrodita y hace crecer a todas las cosas, mezclándose con ellas, porque lleva en sí encerradas todas las semillas del globo etéreo. Está lleno de un fuego sutil y poderoso, y al descender del cielo imprime e insufla la fuerza sobre los cuerpos de la tierra. Su vientre es poroso y está lleno de ardor. Es el padre de todas las cosas. Este vientre se llena entonces, con otro fuego vaporoso y recibe sin cesar su alimento del humor radical que, en este enorme cuerpo, se reviste del cuerpo del agua mineral, cosa que realiza por la cocción de su fuego cálido. Este agua que puede coagularse y que engendra todas las cosas, se convierte en una tierra pura quien por medio de una fuerte unión, tiene la virtud de los cielos encerrada en sí; y porque en esta misma tierra queda unida con el Cielo. Por eso se le ha dado el bello nombre de Cielo terrestre. De igual manera que al principio, la naturaleza primera se sirvió de la separación para ordenar la masa que estaba en desorden y confusión. Así, el Arte que ama la perfección, debe imitar a la naturaleza. La naturaleza quita el excremento sustancial, bien con el limo terrestre que convierte en agua o bien por adustión. El arte emplea la loción y la digestión bien por el agua o por el fuego; separa la basura y la impureza vivificando y limpiando el alma de todo vicio. Aquel que sepa la manera de usar el agua y el fuego, conoce ya el verdadero camino que lo conducirá a los más altos secretos de la naturaleza El agua, ese gran cuerpo, esa primera criatura de Dios. quedó desde un principio llena de espíritu, poseyendo toda clase de formas en simiente, y por medio del movimiento lo anima y vivifica todo. Ella produce todas las cosas a la luz del cielo y la tierra. El agua es la nutricia de todo lo que vive en esos dos lugares. En la tierra es un vapor; en el cielo es propiamente fuego, triple en su sustancia y materia prima, porque de tres proceden y a tres van todas las cosas de la naturaleza. Contiene un bálsamo que tiene por padre al sol y la luna Por medio del aire germina en los lugares bajos y busca los más elevados. La tierra la alimenta en su cálido vientre y es causa de toda perfección. El gran Dios que da la vida a todo ha dispuesto dos remedios para los espíritus y para los cuerpos, o sea dos cosas que los purifican y limpian y son la causa por la que la corrupción dispone y tiende hacia una nueva vida. Los metales poseen en sí estas dos cosas que son causa de la separación y participan de la tierra y del cielo. Por eso esas dos cosas han bajado del cielo a la tierra y vuelven seguidamente al cielo para que hagan aparecer su fuerza en la tierra. De la misma manera que el sol disipa las nubes e ilumina la tierra; este espíritu así preparado y separado de sus nubes, ilumina todo lo que está oscuro. En este espíritu hay que considerar dos formas, en su sustancia y en su veneno. Su sustancia es doble y conserva todos los cuerpos con una sal amarga. Su veneno que es también doble los consume y destruye. Estas son las facultades encerradas en el Limbo y el Caos y que tiene los mismos efectos cuando se le saca de la tierra. Pero cuando está preparado, separando lo bueno de lo malo, manifiesta su fuerza y poder sobre lo perfecto y lo imperfecto. Yo vivo en las montañas y en la llanura. Soy padre antes de ser hijo. He engendrado a mi madre y mi madre y mi padre me han llevado en su seno y me crían sin necesidad de nodriza. Soy hermafrodita y tengo las dos naturalezas. Soy el vencedor de los fuertes y el vencido de los débiles. Nada hay tan bello bajo el cielo ni de tan perfecta figura. De mí nace un pájaro admirable de cuyos huesos que son mis huesos se hace un nido pequeño, y volando sin alas, resucita al morir. El arte sobrepasa las leyes de la naturaleza y por fin queda transformado en un rey que rebasa infinitamente a los otros en virtud. FINAL